viernes, 25 de septiembre de 2015

Chile: el pendejo malcriado de la fiesta

Alguna vez debemos ser realmente honestos y reconocer derrotas. El fallo de ayer de La Haya fue una paliza y no reconocerlo, ocultándose en que no es un fallo apegado al derecho y un montón de lenguaje legal, es simplemente hacerse el loco ante la boleta que recibimos.

Chile y sus rabietas (mamadre.cl)
Estamos mal. Esa es la verdad. A nivel político, hemos hecho nuevamente un papelón importante jugando a ser el país vociferante de siempre, pero con el vacío de sustancia y visión que nos caracteriza. Estamos en un estado de pataleta de niño rabioso echándole la culpa a todos, mientras Bolivia nos da una clase sobre política internacional, tomando la iniciativa y diciendo “ya que les ganamos en La Haya, dejémonos de tonteras y sentémonos a conversar”. Pero el mocoso sigue arrastrándose en el suelo y gritando a medio mundo que son malos. Que son todos malos.

A nivel comunicacional somos sencillamente una vergüenza. Cada uno habla por su lado, lo que no tiene nada de malo ¡pero hablan puras tonteras! No vale la pena detenerse en esto.

Y nos queda la gente común y corriente. Esa que cuando le preguntas por el fallo te muestran la foto del Gary con la peluca de juez. El ciudadano de a pie. Y en esta línea hay dos posturas. El modelo binario que tanto nos encanta en Chile: Mar para Bolivia y El Mar es Chileno.

Yo creo que ambas posturas son bien idiotas. La primera, porque en el mundo actual, nos guste o no, nada es gratis. Desde el acto de nacer hasta morir, siempre hay que pagar. Triste pero cierto.

Y la segunda no sé si sostiene análisis. Pero sí me quiero detener en eso de que “lo que fue ganado con sangre que no nos lo quieten con un papel” o algo así. Esa cosa patriótica, con tufillo nacionalista y media facha, me da mucha risa. “Yo soy patriota y defiendo mi país”. “Amor a la bandera”. Solo quiero plantear, ¿Qué nos ha dado este país? Pero algo concreto, no un tierra donde plantar y challas de esas. Algo concreto. Piense. Siga pensando. Exacto. Nada. Todo lo que tengo, lo he tenido que pagar, ya sea con cash o vía deuda.

¿Qué es lo que haría un país serio, pero realmente serio? No uno lleno de borrachos, puteros, buenos para la plata y los jales, como el nuestro.

Se sentaría con Bolivia y negociaría. Una negociación a largo plazo, pero en serio. No olvidemos que el cobre del que tanto nos jactamos, lo exportamos en forma de polvo y latas, jamás nos hemos preocupado de desarrollar una industria. Y la crisis energética de la que tanto se habla tiene que ver con eso. No es que nos vayamos a quedar sin luz, sino que la empresas mineras no van a tener energía para seguir partiendo piedras. Y ya nos estamos quedando sin agua.

(peloncete.com)
Bolivia está sobre una de las reservas de gas natural más grande del mundo y además tiene un montón de agua. Pero no. Hay que patalear y gritar en el suelo que son todos malos y que están todos equivocados. El mar es de Chile.

Entre Chile, Bolivia y Argentina se concentra más del 90% del litio del mundo. Litio con el cual se hacen las baterías de casi todo. ¿Se imaginan nos uniéramos los tres, inviertiéramos en industria y pudiéramos vender baterías de litio a todo el mundo? Podríamos controlar el precio del litio y por ende, el de las baterías. ¿Es muy tonto lo que estoy diciendo? Pero no. La tierra ganada con la sangre no se entrega.

La militarización transversal a este país miserable, nos deja ciegos ante una oportunidad de solucionar hartos problemas que vamos a tener en ¿30 años más? ¿40 años? Cuando nos quedemos sin agua y no podamos picar piedras para sacar el polvo del cobre que nos enorgullece a todos, ¿qué vamos a hacer? Bueno, cuando se acabe el cobre, ¿qué va a pasar? ¿Cerramos por fuera y nos vamos? No sé.

Según la Universidad de Chile, nuestro país tiene una costa de 8.000 kilómetros. Aunque fueran solo cuatro mil, de verdad ¿no nos parece lógico negociar unos kilómetros de costa por los recursos que nos puede entregar Bolivia? Crear alianzas económicas para el futuro. Desarrollar industria. ¿Tan cornetas y cortoplacistas somos?

Sí. Somos el cabro chico mañoso del cumpleaños. El que se queda solo y con el que nadie quiere jugar. Al que hay que darle dulces OCDE para que no joda a los grandes.

Esa es la patria que tanto defienden algunos.

Crezcamos y sentémonos a negociar, con la vista puesta en el futuro y en el largo plazo.



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